martes, 18 de octubre de 2011

EL NAZIONALPOPULISMO





Cambian los gobiernos, llegan los militares, se van los civiles, se cierra el Congreso, se vuelve a abrir. Hemos ensayado todas las combinaciones posibles en los últimos 65 años, pero el resultado es muy parecido: consumimos una parte del capital invertido, otra parte huye hacia el exterior o a las cajas de seguridad, otra cuota se invierte en “ladrillos” que tiene poco efecto multiplicador y recaudatorio. Lo que queda no alcanza para cumplir el sueño de la movilidad social ascendente para todos.
Ahora tendremos cuatro años de “Cristinismo” en los que se presume que seguiremos haciendo lo mismo, entonces el resultado no puede ser diferente.
Hay dos palabras clave en nuestro destino: inflar y ajuste y se desarrollan en ése orden.
La base se estableció en el primer gobierno de Perón: los sindicatos que deberían tener los mismos derechos y obligaciones que todas las instituciones sin fines de lucro, tienen privilegios que fueron copiados de La carta di lavoro del régimen fascista de Mussolini. En ése contexto el gobierno emite papel moneda por encima de la demanda monetaria, luego se infla la demanda de bienes y servicios, se inflan los precios, se inflan los salarios. Finalmente llega el día que lo producido en el país es caro en relación a lo importado, el gobierno intenta algún “pagadios”, para evitar en términos políticos el mortal ajuste. Hay una pequeña lista de precarias opciones: “vivir con lo nuestro, desdoblar el mercado cambiario en comercial y financiero, vaciar las cajas jubilatorias, endeudarse con el FMI, estas sería “medidas civilizadas”. Después queda la “acción directa”: encarcelar algunos sindicalistas por pedir aumentos de salarios y a empresarios por remarcar sus precios, si no se puede convencer, no queda otra que vencer o tomarse el helicóptero.

En Europa y EEUU también estuvieron inflando, pero es a la manera del primer mundo: como tienen monedas que todavía sirven como resguardo de valor, hicieron un “pacto de caballeros” con los grandes bancos internacionales y “vamo y vamo”. Los gobiernos emitieron un poquito sobre la demanda de dinero, y los bancos escondidos en su prestigio, le prestaron plata a cualquiera para convalidar esa emisión. Allí se cumplen las leyes y reglamentos, peeeero de vez en cuando se cuela algún privilegio y los pueblos con justa razón se “indignan”.

Aquí las cacerolas están guardadas, aunque tienen un poder modesto: sirven para cambiar un gobierno, pero no de régimen.

sábado, 2 de abril de 2011

PATRIA NO, COLONIA SÍ



Entre 1983 y el 2001 el compromiso cívico de gobernantes y gobernados sufrió el deterioro de las promesas incumplidas.
Raúl Alfonsín, tal vez pensando que el peronismo era imbatible, hizo cien promesas, publicadas en todos los diarios y terminó destruyendo la moneda nacional, (hiperinflación mediante).
Carlos Menem, la hizo más barata, terminaba sus discursos prometiendo: “salariazo y revolución productiva”. Después de asumir se auto exculpó: “si decía lo que iba a hacer, no ganaba”.
Fernando de la Rúa, ante la devaluación del efecto, fue más prudente: mantener la convertibilidad peso-dólar uno a uno y terminar con la corrupción menemista. Quedó la frase del Ministro de trabajo Alberto Flamarique: “para los senadores, tengo la Banelco”.
Cayó la Convertibilidad y quebró el Estado Nacional y eso no fue lo más grave, porque los bienes públicos son inembargables, los acreedores internos y externos, todavía se estarán lamentando de haberle prestado plata a ese Estado berreta.
Lo peor es la degradación del sistema “representativo, republicano y federal”. Las provincias perdieron el poder de recaudar, la justicia es para los amigos y los representantes del pueblo no se comprometen con los ciudadanos y con la pertenencia a un partido político. Y para “la Banelco” pronto habrá una lectora electrónica en cada banca.
Cuando se debilita el cuerpo social, puede sufrir la invasión externa, pero también una minoría bien organizada y sin escrúpulos puede colonizar a sus connacionales.
Ahora ya no dependemos de España, tenemos el “modelo acumulativo de poder en pocas manos”, mientras no aparezca el compromiso cívico que la patria demanda.


viernes, 4 de febrero de 2011

LA SOLUCIÓN POPULISTA



Hay que ganar la próxima elección. El desafío es común a todos los gobiernos y sus respectivas oposiciones. Luego, es natural que el gobierno surgido de las urnas intente mantener la popularidad. Hasta ahí todo bien, en el ámbito de los fines es fácil ponerse de acuerdo.
En la guerra valen todos los medios y la primera víctima es la verdad, por eso las sociedades populistas y con enclaves autoritarios llevan en sí mismas el germen de su propia destrucción. Son arrastradas por líderes mesiánicos al combate con “el enemigo”. En cambio, las sociedades democráticas llevan la marca en el orillo, resuelven los conflictos (interiores y exteriores) de manera pacífica y utilizan la fuerza pública para enfrentar las agresiones recibidas.
La sociedad argentina tiene las características de un populismo endémico, en unos períodos se debilita, luego rebrota vigoroso.
Durante la segunda guerra mundial, la simpatía del gobierno (coherente con su origen fraudulento y autoritario) estaba con “el eje” (Japón, Alemania e Italia), países que en ese momento eran agresores y dictatoriales. Luego, los dos períodos del Presidente Perón fueron de populismo recargado, un clásico para los manuales de ciencia política. Entre 1955 y 1983 tuvimos populismo espasmódico y ajustes impopulares, en la práctica fue el gobierno de las fuerzas armadas alineadas con EEUU en la “guerra fría” contra el bloque soviético, a cambio de aceptación internacional. “Son unos hijos de p… pero son nuestros hijos de p…” así resumió la relación de Norteamérica con los gobiernos militares de América Latina Jeane Kirkpatrik (embajadora ante la Naciones Unidas durante la guerra de Malvinas).
Raúl Alfonsín jugó sus mejores fichas al juicio a las juntas militares del “Proceso”, y luego hizo un “mix”, democracia republicana y populismo económico.
Menem (los que lo votaron no quieren acordarse) hizo la mezcla al revés, populismo político y economía de mercado.
La familia Kirchner decidió no innovar y volver a las fuentes: populismo puro.
¿Y si probamos con democracia republicana y economía de mercado?


miércoles, 29 de diciembre de 2010

LA CULTURA DE LA INMEDIATEZ



Lo dijo Carlos Zannini: “Nos reuníamos todas las mañanas con Néstor, a leer y comentar las tapas de los diarios y luego decidir qué hacer”.
Ahora bien, la administración se divide en niveles de decisión: presidente, ministro, secretario, director… abajo se atacan los problemas urgentes y arriba los importantes, pero claro, hay que compartir el poder y así el ministro más exitoso quiere suceder al presidente. Con este sistema estamos complicados, presidente que pretende abarcar todos los niveles (fuerte): administración mediocre; presidente que pierde la confianza de sus subordinados, por vacilaciones y contramarchas (débil): mismo resultado. Y así acumulamos soluciones disparatadas, que llevaron a renuncias presidenciales: la guerra de Malvinas, dejar que la inflación se transforme en híper, convertibilidad uno a uno con el dólar para siempre. Ahora Cristina, que dejó de ser presidenta protocolar, recibió lo “suyo”, que por ahora está tapado por “el yuyo”, que es la soja. El fútbol para todos (es decir, a pagar entre todos), gas y electricidad en otoño y primavera, “los nuevos derechos” a cortar calles, rutas, puentes y a ocupar terrenos, son algunos de los problemas actuales que pueden desembocar también en soluciones disparatadas.
La cultura política es el resultado de la interacción entre los líderes que emergen de las organizaciones (partidos, sindicatos y asociaciones civiles y comerciales) y la construcción de la opinión pública, la cual se forma con la percepción de las imágenes, conductas y acciones de los primeros. Luego, hay que agregar el efecto de los intereses contrapuestos, alimentados por recursos escasos y necesidades infinitas, que pueden oscilar entre la guerra civil y los pactos de convivencia. Finalmente, incide la tendencia muy humana de la repetición de las acciones y conductas exitosas. Es de nuestra particular matriz social, la ausencia de sanción social para hechos flagrantes de corrupción sobre el erario público, el abuso de los bienes públicos y la falta de transparencia en el manejo de las cuestiones públicas y la falta de compromiso con las instituciones republicanas. Esto nos lleva a recaer en el personalismo político: alfonsinismo, menemismo, duhaldismo y kirchnerismo. No tendremos soluciones fáciles, pero vale la pena intentarlas.


sábado, 27 de noviembre de 2010

COMPRIMIDOS



Las finanzas globales, alimentadas por toneladas de papeles monedas emitidas sin respaldo ajustado a bienes reales, más el agregado de bonos, acciones y otros instrumentos financieros más sofisticados derivados de los anteriores con tendencia firme a sobrevaluarse, más el impulso consumista de la sociedad moderna, todo junto, inflan la burbuja que siempre termina por explotar.
La civilización humana ha conquistado todos los territorios, los mares y ha llegado hasta la luna, peeero hay dos parámetros económicos que resisten su intervención: los costos internos (salarios + rentas + impuestos) que conforman el piso de la actividad productiva y los precios internacionales que son el techo.
En el siglo XX, se realizó el intento más impresionante de bajar los costos eliminado la renta (capitalista) y a los capitalistas también (no es una metáfora). Se lo intentó durante 70 años en La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Ante el fracaso y disolución soviética los chinos, que habían copiado el modelo de “dictadura del proletariado”, es decir, de los que sólo tienen prole (hijos), y aprovechando la fundamental circunstancia de que en el socialismo real se pagaban salarios de subsistencia (como en el capitalismo periférico), ofrecieron al mundo inversor capitalista rentas extraordinarias y control político férreo de las masas asalariadas. 20 años después, el éxito chino (el costo más bajo) asusta, empezaron copiando y fabricando baratijas. Por ahora, conservan la distancia entre el piso y el techo, pero veremos si les dura 20 años más.
En la Argentina, sufrimos el influjo de los vicios y virtudes peronistas que puede resumirse en la fórmula: salarios + rentas + impuestos + costo argentino, es decir, un ítem más que el resto de los países. Entonces, cuando baja el precio internacional de lo que producimos, quedamos prensados contra el techo.

martes, 26 de octubre de 2010

¿PODRÁ EL RADICALISMO?

Fue en octubre de 1983 cuando Raúl R. Alfonsín realizó la apuesta más fuerte de su campaña presidencial y por la que seguramente quedará en la historia: denunció el pacto sindical-militar y la ley de amnistía, que las Fuerzas Armadas estaban consensuando con el peronismo, para evitar la acción de la justicia en los ahora llamados delitos de lesa humanidad.
Luego, con la inestimable ayuda de Herminio Iglesias, que “arrancó” su candidatura a gobernador a la  Convención del Partido Justicialista con el mismo sistema que perdura en los gremios de la CGT “moyanista”, ganó hasta en la Provincia de Buenos Aires.
En política económica se inclinó por hacer más de lo mismo, continuar con emisión monetaria sin respaldo en la demanda por creación de riqueza. Así, llegamos a la hiperinflación que lo obligó  a renunciar al cargo de Presidente.
Llega a la presidencia el segundo candidato de la UCR, que el humor político rebautizó como Fernando de la Duda. Le tocó una misión imposible,  desarmar la bomba de tiempo que dejaba Menem: sostener la convertibilidad del peso con dólares tomados a crédito, que aumentaban la deuda pública a nivel de impagable.
Ahora, asistimos a la lenta agonía de un gobierno fuerte pero impopular, que  va a apelar a su última herramienta electoral: asustar al ciudadano con el poder que éste le confió, algo similar a cuando los militares usaban las armas que el Estado les daba para custodiar las fronteras, con el objetivo de apoderarse del gobierno.
Habrá una reacción popular ante tanta desmesura y el radicalismo, que todavía conserva un comité en cada pueblo, tendrá la oportunidad de liderar una coalición de partidos y un acuerdo de gobernabilidad con el peronismo disidente. Ya están los precandidatos que habilitarán a la Justicia a hacer su trabajo, con la rampante corrupción gubernamental, sindical y empresaria.

lunes, 20 de septiembre de 2010

EL FEED LOT


Desde hace 50 años la isla de Cuba ha sido para los cubanos, un inmenso corral en el cual permanecen encerrados. Al igual que en los establecimientos de engorde de hacienda vacuna, Fidel Castro les garantizó alimentos y atención sanitaria. En este caso, el objetivo no era el engorde de los cubanos, sino el éxito de la revolución comunista. Al abandonar el concepto capitalista, de trabajar, invertir o asociarse libremente para ganar más, todo fue una gran simulación: el gobierno hacía como que pagaba un salario de subsistencia y los cubanos hacían como que trabajaban por el equivalente a lo recibido. Ahora, los hermanos Castro van a reinventar el capitalismo periférico, es decir, el que había en la Cuba de Fulgencio Batista (control político dictatorial y propiedad privada).
Cuando el pueblo entrega una cuota de libertad individual a cambio de mayor igualdad en los ingresos, termina entregando la libertad y la igualdad: “el que parte y reparte, se queda con la mejor parte”.
En una generación, es posible ver los enormes avances de la ciencia y de la tecnología, pero no de la gestión política del Estado, donde los intereses creados y las costumbres arraigadas producen una terrible inercia en la cultura política. Los países de América latina están cumpliendo el bicentenario y los presidentes no pueden ser juzgados por los delitos cometidos durante su mandato, mientras ejercen el cargo. En la práctica, todavía ocurre el juicio de residencia, que se les practicaba a los Virreyes cuando eran reemplazados y volvían a España.
En  definitiva los sistemas personalistas, se agotan con la salud ó la suerte de los protagonistas y dejan un subproducto indeseable: Un pueblo servil, acostumbrado al paternalismo e incapaz de formar ciudadanía responsable.
Sin embargo, el sistema representativo, republicano y federal, sigue siendo la única opción para unirnos por encima de las diferencias. ¿Qué tal si empezamos por el principio?, respetar la Constitución Nacional en su letra y espíritu.