jueves, 22 de abril de 2010

GOBERNAR, ES MENTIR

No alcanza para constituir una nación amontonar familias con el mismo idioma, raza, religión, costumbres y un territorio determinado. Todo eso ayuda, pero lo fundamental es un proyecto de vida en común.
Si bien el Virreinato del Río de la Plata terminó el 25 de mayo de 1810, la República Argentina comenzó su gestación en la batalla de Caseros en 1852 con la derrota de Rosas. El vencedor Urquiza pronunció la frase que llevó al Acuerdo de San Nicolás: “Ni vencedores, ni vencidos”. Vale aclarar que la frase produjo su efecto, porque fue la expresión de la voluntad del que estaba en condiciones de masacrar a los vencidos y retomar un proyecto de acumulación de poder personal. Esta voluntad de acordar por encima de las diferencias, fue la pata política del Estado Nacional. J. B. Alberdi le sumó el proyecto económico: “Gobernar, es poblar”. Lo que ahora es una de las llanuras más fértiles y extensa del planeta, que era un desierto. Luego, en 1884, bajo el lema: “Hay que educar al soberano”, otro estadista dejó su marca: la Ley 1420 de educación popular, gratuita, laica y obligatoria. D. F. Sarmiento que había nacido en un hogar humilde, completó el trípode con la pata social.
Estos son tres ejemplos de ideas fuerza ó la fuerza de la razón, que no es lo mismo que la razón de la fuerza (en este caso, el orden de los factores altera el producto).
Y así llegó La Argentina al centenario, con un notable desarrollo político, económico y social (medido en el contexto y los parámetros de la época).
Vale aclarar que aquellos gobernantes también practicaban la pequeña política de las rencillas, los ardides y las traiciones, pero no todo el tiempo.
Ahora estamos llegando al bicentenario, pero la máxima alegría colectiva a la que podemos aspirar es lo que puedan hacer Lionel Messi y diez más.
Vivimos tiempos de máxima incertidumbre y esta situación no va a cambiar en lo que resta del mandato de CFK. El matrimonio K es especialista en la pequeña política, a veces muy necesaria para llegar al cargo. Luego hay que concentrarse en marcar el rumbo, en consulta y acuerdo con la oposición en el momento adecuado, al principio de la gestión. Por algo la presidencia es el cargo más alto, desde allí se tiene el privilegio y la obligación de ver más lejos.
Hay que consultar y designar a los mejores especialistas en cada disciplina, los mediocres y obsecuentes no sirven para alumbrar el camino al futuro.