domingo, 13 de septiembre de 2009

EL ESTADO NEUTRAL


"Si los pueblos no se ilustran, si no se vulgarizan sus derechos, si cada hombre no conoce lo que vale lo que puede y lo que se le debe, nuevas ilusiones sucederán a las antiguas, y después de vacilar algún tiempo entre mil incertidumbres, será tal vez nuestra suerte mudar de tiranos sin destruir la tiranía."

Mariano Moreno

Es la antítesis del sistema de gobierno actual, ahora el Estado es del gobierno, el gobierno es del Frente para la Victoria y éste es un bien conyugal del matrimonio Kirchner-Fernandez.

La neutralidad del Estado es una condición que no se da en grado de pureza total, ni se alcanza de una vez para siempre, pero es el máximo legado intergeneracional que puede construir una sociedad civil.

Tiene su lógica sencilla, como siempre habrá intereses contrapuestos, el Estado tendrá autoridad legal y legítima, para mediar entre las partes.

Ahora bien, siendo el poder ejecutivo unipersonal, es allí donde se cometen los mayores abusos de poder, encomendar al Presidente la neutralidad del Estado, es como poner al zorro a cuidar las gallinas.

Esta es una tarea colectiva que debe implementarse en los cuerpos colegiados (El Congreso y la Corte Suprema) donde sus integrantes se renuevan parcialmente, cada dos años y por renuncias ó jubilación respectivamente.

Además siempre reflejan con sus mayorías cambiantes, el humor de la opinión pública y la posibilidad de equilibrar los cambios con la continuidad.

Peeero tenemos un problema: Las bondades del Estado neutral sería un beneficio difuso que aumentaría en el mediano y largo plazo, en cambio los que detentan el poder y gozan de los privilegios, sumados a los que están excluidos, pero quieren “lo mismo” tienen dos herramientas poderosas, atrincherarse en el poder ó ponerle palos a la rueda del consenso republicano.

Ahora bien, estamos ante un final de época, la pérdida acelerada de popularidad del gobierno K tiene perfiles coincidentes con el Galtieri de Malvinas, el hartazgo popular producirá cambios irreversibles, en nuestra cultura política, hay otro “Nunca más” en el futuro.