lunes, 26 de enero de 2009

LA SUCESIÓN Y LA ALTERNANCIA

El PRI, Partido Revolucionario Institucional, fue durante 70 años (1927-1997) en Méjico un ejemplo más de cómo en todos lados “se cuecen habas”, de cómo una minoría organizada, retiene y usufructa el poder en su propio beneficio.

En este caso, los beneficiarios del régimen, pactaron una sucesión que resultó sostenible en el tiempo.

El Presidente, tiene un solo mandato, pero incluía la potestad de designar al sucesor, a esta atribución se la llamaba “el dedazo”, el candidato antes de su nominación, recibía el apropiado mote de “el tapado”.

Cuando asumía el nuevo presidente, el saliente recibía el “exilio dorado” de alguna embajada importante.

Pero toda organización cerrada y piramidal, lleva en sí misma el germen de su propia destrucción.

Hay una apariencia de orden, por la fluidez y el acatamiento, desde la cumbre de mando hacia los niveles inferiores, pero, es en la trinchera donde se descubren los problemas en el inicio, (cuando son fáciles de solucionar).

Además en este sistema, delegar significa compartir el poder y la información, herramientas claves en un esquema de mando con muchas leyes y códigos “no escritos”.

El Partido Justicialista, también tiene su sistema sucesorio, que es conyugal cuando el matrimonio es persistente, así tuvimos, Perón e Isabel, Duhalde y Chiche y ahora Cristina y Néstor, cuando fracasa el matrimonio, nunca falta el hermano, Carlos y Eduardo Menem y Adolfo y Alberto Rodríguez Saá.

Agreguemos la inconstitucional Ley de Asociaciones Gremiales, que permite un solo sindicato por rama (el unicato), ahí Hugo Moyano, le cede el mando al hijo Pablo, a Facundo le “ayudó” a crear el sindicato de empleados de autopistas.

Queda claro, en 2001 la crisis se llevó puesta la “convertibilidad”, al titular del Poder Ejecutivo (De La Rúa) y la tradición de honrar las deudas públicas, pero además y muy importante: El sistema de alternancia de partidos políticos en el gobierno.

Y no esperemos que esta minoría organizada, ceda gratuitamente los espacios, para recrear la vida interna en los partidos y en los sindicatos, para que la democracia no sea una cáscara vacía.

Es una tarea que sólo los ciudadanos pueden hacer, porque tenemos los gobiernos que nos merecemos.

26/01/09