sábado, 27 de noviembre de 2010

COMPRIMIDOS



Las finanzas globales, alimentadas por toneladas de papeles monedas emitidas sin respaldo ajustado a bienes reales, más el agregado de bonos, acciones y otros instrumentos financieros más sofisticados derivados de los anteriores con tendencia firme a sobrevaluarse, más el impulso consumista de la sociedad moderna, todo junto, inflan la burbuja que siempre termina por explotar.
La civilización humana ha conquistado todos los territorios, los mares y ha llegado hasta la luna, peeero hay dos parámetros económicos que resisten su intervención: los costos internos (salarios + rentas + impuestos) que conforman el piso de la actividad productiva y los precios internacionales que son el techo.
En el siglo XX, se realizó el intento más impresionante de bajar los costos eliminado la renta (capitalista) y a los capitalistas también (no es una metáfora). Se lo intentó durante 70 años en La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Ante el fracaso y disolución soviética los chinos, que habían copiado el modelo de “dictadura del proletariado”, es decir, de los que sólo tienen prole (hijos), y aprovechando la fundamental circunstancia de que en el socialismo real se pagaban salarios de subsistencia (como en el capitalismo periférico), ofrecieron al mundo inversor capitalista rentas extraordinarias y control político férreo de las masas asalariadas. 20 años después, el éxito chino (el costo más bajo) asusta, empezaron copiando y fabricando baratijas. Por ahora, conservan la distancia entre el piso y el techo, pero veremos si les dura 20 años más.
En la Argentina, sufrimos el influjo de los vicios y virtudes peronistas que puede resumirse en la fórmula: salarios + rentas + impuestos + costo argentino, es decir, un ítem más que el resto de los países. Entonces, cuando baja el precio internacional de lo que producimos, quedamos prensados contra el techo.