Hace muuuchos años, cuando los humanos vivían agrupados en tribus nómades, descubrieron ó crearon las primeras herramientas y la división del trabajo, también aplicaban a su rudimentaria organización social, el concepto de Marx y Engels: De cada uno, según su capacidad, a cada uno, según su necesidad.
Tomándose varios milenios, descubrieron las ventajas de la cría de animales domésticos, la agricultura y la vivienda permanente.
Luego las ventajas de acumular en la abundancia, para el tiempo de la escasez, después quien acumula, descubre “el trueque”.
Y así, a partir de ahí, espontáneamente, nació el sistema capitalista.
Andando el tiempo, se impuso “el cambio indirecto”, algunos bienes, más fáciles de transportar, dividir y aceptados por todos, cumplían la doble función: Bienes de uso y de pago.
La sal fue uno de los primeros, de ahí el concepto de “salario” como pago.
Al popularizarse el oro y la plata, como medios de acumulación y de pagos, inauguramos uno de los siete pecados capitales: La codicia.
La necesidad de guardar estos metales acuñados en monedas, en lugar seguro, dio nacimiento a esas personas que nunca tuvieron buena prensa: Los banqueros. Luego vino el crédito, los intereses, las garantías y ya tenemos el capitalismo, muy parecido al actual, con sector financiero y productivo.
Había un problema, Cristóbal Colón había inaugurado el comercio global, ahora el oro de los pagos tenía que cruzar los océanos, en frágiles carabelas y al acecho de “los codiciosos piratas”. Alguien inauguró los servicios financieros: Pagos compensados entre importadores y exportadores en cada país, al final de un período, sólo viajaba el saldo remanente del puerto deudor al acreedor.
Llegamos al siglo 19 y el oro fue perdiendo lentamente una de sus funciones monetarias, la de medio de cambio, fue reemplazado por “papel moneda” emitido por bancos que guardaban oro en la función de resguardo de valor.
También el sector productivo se fue “empapelando”, las empresas se fraccionaron en acciones, emitieron bonos, los gobiernos se apropiaron de la emisión de dinero, a través de los bancos centrales, además de emitir bonos que se cancelarán con los aportes de los futuros contribuyentes.
Y así desde 1920, inauguramos la era de los ciclos económicos, durante la expansión crediticia, aumenta la demanda de dinero y la recaudación de impuestos, (gobernantes contentos) el valor de los activos (empresarios contentos) también el consumo, los salarios y la demanda de empleo.
En algún momento alguien infectado por la codicia, realiza con éxito la primera operación financiera, con garantía precaria (Lanza el búmeran).
Ahora en el reino de las finanzas, nunca se pone el sol, los “papeles basura” se multiplican geométricamente, pero en algún momento, el crédito, debe volver a su equivalencia con el ahorro, es ahí cuando el búmeran vuelve, recortando el exceso.
JMB 25/09/08